Art Tatum
La velocidad de ejecución fue sólo la más evidente de sus cualidades. Aun así, permaneció en la sombra. Raramente fue entrevistado o filmado durante su vida y no se le concedió la atención que merecía hasta pasados treinta años desde su muerte.
Nació en Toledo, Ohio, en 1909. Padeció de cataratas en ambos ojos lo que le dejó prácticamente ciego. A raíz de ello sus padres le mandaron a una escuela para niños impedidos. Allí desarrolló su extraordinario talento. Su carrera como pianista empezó bajo el influjo de Fats Waller. Poseía un oído admirable. Era capaz de rearmonizar cualquier melodía en el mismo momento en el que la escuchaba. También podía decir la cantidad de cerveza que había en su vaso por el sonido de la misma al ser servida. Nunca olvidaba una voz y su cabeza podía retener una cantidad de estadísticas deportivas suficiente como para llenar una enciclopedia.
Por más que su capacidad fuera la de un fuera de serie, en el momento de su muerte en 1956 Tatum todavía no había logrado cautivar al público. Quizá no le interesase. Podía ser un orador ingenioso, pero seguramente no se sentía seducido por los compromisos que conllevaba atraer masivamente al público, ni siquiera en el contexto del jazz. Probablemente por ello, se refugió en una pacifica existencia nocturna junto a su piano, su cerveza y sus blueses.
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